Cuando me decidí a estudiar historia aparte del gusto entró otro factor: el diablo de los números. Pensaba que escribiendo era menos probable que alguien matara o se matara, caso contrario a lo que pasaría si, por ejemplo, hacía mal el cálculo del peso de alguna construcción o tenía mal pulso con un bisturí. Hoy me doy cuenta de que estaba en un error.
Si es cierto que la gente no se cortaría las venas por algún estudio donde se diga por ejemplo, que Díaz no fue el dictador que se cree o que los mexicas no hacían sacrificios humanos, por lo menos sí se pueden crear confusiones y errores que con el tiempo salen costosísimas. Supongo que de aquí vienen los problemas de ideologías mal entendidas y los rezagos en todos los campos de la educación.
La gente comunmente se queja de que durante 7 décadas el PRI se la pasó manejando a la población por medio de una historia oficial que justificara sus hazañas. No obstante, está el hueco: no se recuerda que, a pesar de todo, el PRI ayudó a construir el México moderno, aunque no logró consolidar su proyecto. Se crean entonces círculos viciosos: el PRI olvida el proyecto industrializador de don Porfirio, que aunque sometido a intereses extranjeros, tuvo algunos beneficios. El nuevo partido crea un proyecto nacionalista que desprecia totalmente -o al menos en el discurso- la intervención extranjera, para que al final se vea traicionado y de nuevo entren los capitales extranjeros y se olvide el nacionalismo. De este modo, nunca se podrá llegar a consolidar un proyecto de nación duradero.
Por otra parte, y aunque no tiene un alcance tan grande, siempre ronda por ahi la frustración. Rondando por las calles de la ciudad uno puede encontrarse con los afamados danzantes, que saben todo el desarrollo del México prehispánico por el puro hecho de vestirse de una manera «tradicional». Aunado a esto, está el peligroso factor de las mezclas de ideas: los antiguos mexicanos se parecían más, ideológica y religiosamente, a los monjes zen, a los budistas y a los cristianos, ya que, las modernas explicaciones son una mezcla de tradiciones que hacen que se presente una supercultura, con sólo rasgos de perfección. Estas utopías chocan de nuevo con la realidad indígena del país.
Si la historia nos sirve para crear más utopías que ideologías, a tal grado que cualquier persona que va caminando en las calles puede dar clases y entenderla mejor que un profesional, entonces ¿para qué estudié?